lunes, 8 de junio de 2020

SILVIO EN EL ROSEDAL de Julio Ramón Ribeyro


Silvio en El Rosedal y algo sobre La Lectura
Silvio en El Rosedal, novela breve escrita en el año 1976 por el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro constituye, ante todo, una pregunta ante aquello que se nos es dado: ¿qué hacer con las herencias?¿ Aceptarlas pasivamente o embarcarnos en la tarea de cuestionarnos nuestra propia existencia frente a ellas?
Silvio recibe una herencia por parte de su padre, que le cae “como un elefante desde un quinto piso”, herencia edificada bajo el peso del sacrificio, los mandatos y una antigua revancha familiar. Silvio, quien albergaba desde niños deseos de convertirse en un famoso violinista, había renunciado a ellos para administrar el negocio de su padre y ahora, para hacerse cargo de una pequeña hacienda: El Rosedal.
Cierta mañana Silvio descubre que el Rosedal contiene “una sucesión de figuras” que parecen portar un mensaje. Este misterio que parece enfrentar a Silvio con su propia incompletud también lo va movilizando en la búsqueda de un sentido, y en esa búsqueda, todo lo que lo rodea empieza a leerse en una clave nueva. Silvio en El Rosedal, es por eso mismo también, una novela sobre la lectura, sobre los símbolos que nos rodean, y sobre nuestra actitud frente a ellos: ¿la contemplación o la lectura? Lectura entendida como actividad de construcción activa, en palabras de Nicolás Rosa: “No recoger el texto sino producir en él una fuga de sentido, una deriva de significantes”*. Silvio se convierte así en un lector inquieto, un lector salvaje que se indaga a sí mismo en aquello que lee. Los mensajes, al igual que El Rosedal pueden heredarse, pero no la manera de leerlos, la pregunta por el sentido, es siempre una tarea de cada uno.
Mientras que el interior de Silvio es rico en movimientos, la sociedad terrateniente que lo rodea es quieta y poco atractiva. En medio de esa sociedad impulsada por la codicia, las apariencias y las tradiciones, Silvio es una isla buscando el sentido de su propia existencia; es una isla y es El Rosedal, y dentro hay algo que está escondido y empuja por salir, una mínima chispa que lo va enfrentando hacia lo nuevo, hacia el azar, a salir de la inercia y de la rutina de “leer todos los días la misma página mal escrita”. Silvio hacer chocar preguntas, imágenes, dudas, posibilidades, buscando iluminar su espacio personal, pero también poniendo en cuestión todo el espacio social. La densidad simbólica que para Silvio esconde El Rosedal, quizás sea la misma que para nosotros, como lectores, esconde en esta obra, la simple y trasparente prosa poética de Julio Ramón Ribeyro.

“… La rebelión consiste en mirar
una rosa hasta pulverizarse los ojos.”
Alejandra Pizarnik.

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