Celebrar como una forma vital de
hacer desde lo que tenemos, lo que podemos, lo que queremos. Reunirnos a
celebrar las palabras y esta apuesta por la poesía de la Editorial Gatos
Negros. Y siento que estoy siendo más formal de lo que quiero ser, de lo que
pide el momento, el lugar, y de lo que les gusta a mis amigues.
La calle está muy silencio dice
Mercedes Resch, así, “está muy silencio” correr de lugar una palabra para que
el silencio predomine en la oración y la calle que es camino, y la oración que
es sendero, nos lleve por el interior, repeticiones y saltos en la libertad del
lenguaje, en la calma del pueblo, ¿será la hora en que surca el cielo el pájaro
de la madrugada? Voy saltando sobre los sustantivos como puntos en un mapa:
Pringles, Olivera, Crumalán, Bahía, Goyena, Malvino… pura conversación de
pueblo en un poema, voces que se cruzan para mostrar un paisaje a lo Rulfo pero
bien de acá, de donde yo conozco, ahí donde la polifonía de frases hechas y de
chismes arma un coro en el desierto y el silencio de la calle poesía…
Hay ventanas en cada cosa que
escribimos, con Mercedes salgo al patio de las cosas sencillas hechas con
cariño, la naturaleza fue dejada a su suerte, que es mucha, acá nada sobra, no
hay adornos ni modernidad en las imágenes, resalta el contraste del azul en
este ambiente rural, en esta luz de la tarde, en las paredes gruesas de la
casa, en esta rusticidad delicada, las cosas de otro tiempo fueron quedando
acá, alguien las dejó ahí un día y fueron quedando, nadie más se animó a tocarlas,
esa sensación tengo en todos los pueblos…
Una rima me hamaca al lado de
cada ventana que describe el poema, puedo escuchar una canción infantil que
aprendí allá en mi pueblo, de memoria, cuando era chica, y nunca la vas a
olvidar, aprender como se aprende también
una forma de mirar, o treinta formas de mirar…
Todo es sonoro, oral, las
palabras tienen tierrita, traen las voces de allá adentro, de tierra adentro,
de ventana que se abre a la poesía, de inquietud en pueblo calmo, de temblor en
la planicie…
Inquietud en pueblo calmo, un
pueblo de 97 habitantes!!!! Ahí habita una mujer que ve, escucha y escribe
poesía. Orgullo de inquietud.
Felicidades de Matías Esteban es
una ventana a lo que no queremos mirar, podría definirlo así, como una
pesadilla, textos llenos de adjetivos desagradables, una idea apocalíptica de
la existencia, los murmullos que acechan, la soledad, la muerte… y sin embargo,
pienso, nada es más político que el miedo, hablar de nuestros miedos,
escribirlos y mostrarlos, hay abandono y soledad, hay miedo a la soledad, no se
teme a la muerte, se teme a la nada, a no ser nada para nadie, y creo, que es
en ese miedo donde se cuela la
escritura, en el miedo y la soledad también se teje algo, como una tela de
araña, un derrumbe que avanza para dar lugar a una posible otra cosa, se
escribe, se escribe, se escribe… se
dice, se nombra, se grita desesperadamente…
Contra el hambre, contra el
exterminio, contra el abandono y el olvido, contra lo que no nos deja ser,
gritamos desesperadamente porque, repito, todo
miedo es político.
Pájaro de la madrugada de Gonzalo
Chaves es un tratado de poesía plebeya, la plebe, el proletariado, la multitud,
los trabajadores, la gente del barrio, en esa mixtura de imágenes plebeyas
sobrevuela el pájaro de la madrugada los márgenes de una ciudad que aparece en
sus lugares y sus habitantes más comunes y más especiales, las palabras de los
otros, las historias de los otros, la mirada de los otros, y las voces del
barrio, de la calle que no está muy silencio en esta ciudad que se deforma en
sus márgenes para escapar de un límite de cartón…
Entonces… digo
Quiero celebrar la poesía como
una deformación, como aquello que viene a deformar los límites del lenguaje,
deformar el orden de la gramática, deformar los géneros y los registros,
deformar la mirada, volverse estrábico y ver el centro pero también el margen,
deformar y desviarse, deformación y desborde, deformación y rabia. La poesía
como esa deformación posible y necesaria. Escribir para deformarse y
desobedecer, huir de lo impuesto, poesía y desobediencia. Deformación y mutación. Correr hasta el
margen y correr el margen si es posible. Deformarnos por la acción de esta
fuerza que se apodera de nuestros cuerpos tan latinoamericanos, rabiosos y
hartos. Deformarnos por esta fuerza vital que nos mueve y encuentra. Desafiar
el límite de todo lo que nos dijeron que era o no poesía. Celebrar esta
deformación nuestra. Reivindicar nuestro derecho a escribir y deformarnos!

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