sábado, 9 de diciembre de 2017

INTERIOR de Juan L. Delaygue




O   ¿Cómo escribir un libro de poesía en 10 pasos aparentemente simples?

1)      Recordar y partir: Prestar una cierta atención a cualquier objeto que pueda provocarnos reflexiones sobre nuestro origen: atender a los fantasmas, el destino puede estar congelado en una foto como una sentencia, como un vaticinio, predicción o quizás fatalidad, el gran rostro familiar tiene gestos conocidos pero también fisuras que se abren a lo extraño, allí se inicia un vértigo y comienza la huida. Se mira atrás antes de partir ¿para no convertirnos en piedra?

2)      Tener en cuenta: un libro de poesías también puede ser un tratado sobre el silencio.

3)      Pedir silencio, buscar silencio, tener silencio: hay un silencio que cuida las cosas, un libro de poesías también puede ser un viaje de iniciación, un libro de poesías también puede ser una novela de aprendizaje, o desaprendizaje. Escuchar el silencio de los otros, silencios incómodos, silencios evasivos, silencios que ya no dicen nada, o silencios cargados. En sus silencios todas las personas cuidan algo ¿será una ausencia?

4)      Injertar en mi lengua otras lenguas: el viaje se abre a lo desconocido, los otros hablan en mí, puedo darle forma a mi lengua, puedo mezclar palabras de la modernidad, palabras de la ciencia, palabras del saber popular, puedo manejar el complejo arte de hacer injertos.


5)      Conquistar el silencio: ¿Cómo suena el silencio? Un haiku puede ser un silogismo de un razonamiento que se ha  vuelto sensible. ¿Puede lo visible ser el sonido del silencio? Hombre-árbol que se desprende de partes palabras en lo visible del poema que se hace ofrenda y celebración, marcar un territorio próximo y propio, embellecerlo. Guiarse por la intención de esparcir la presencia por un territorio.


6)      Perderse: Los sonidos existen en el silencio, hay ruidos que lo colman todo, hay ruidos vacíos como el mar, los vacíos y los silencios nos hacen despertar. También en el silencio nos perdemos como huérfanos, entonces ¿cuál es mi tierra? Negar el silencio es temer lo que no existe. Las capas que cortan el silencio están colmadas de miniaturas, ahí en lo ínfimo de lo desimportante es donde se expresa la exuberancia.


7)      Sentir vértigo: El silencio es el viaje. Intentar, con toda la voluntad, no ser nunca un turista. Querer vivir los paisajes y lugares con otra intensidad, arrojar la mirada a lo incierto, adivinar los colores y las formas de aquello que todavía no conocemos.


8)      Ser estrávico: La poesía es una distracción, una torcedura. La observación es el lugar para el hallazgo “intentando pescar la parte más sutil de las cosas de los días”, y allí dejarse caer como una forma de decir sin artificios.


9)      Errar la lengua: Perseguir una forma, ni haiku, ni soneto, ni forzada impostura de vanguardia y cuando ya no queden más descubrimientos ensayar sin pretensiones en los papeles dibujos con las fibras de colores, quiero decir, volver a la infancia.

10)  Shhhhhh





“El oído es un órgano al revés; sólo escucha el silencio”
Juan Luis Martínez en “La nueva novela”, Santiago de Chile, 1977.

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